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sábado, 27 de noviembre de 2010

DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI .Visita a los ancianos, casa de reposo San Pedro (London Borough of Lambeth, 18 de septiembre de 2010)

Visita a los ancianos, casa de reposo San Pedro (London Borough of Lambeth, 18 de septiembre de 2010)


18 de septiembre de 2010
vatican.va
DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

London Borough of Lambeth
Sábado 18 de septiembre de 2010



Mis queridos hermanos y hermanas

Me alegra mucho estar entre vosotros, los residentes de San Pedro, y agradezco a la Hermana Marie Claire y a la Señora Fasky sus amables palabras de bienvenida de parte vuestra. Me complace saludar también al Arzobispo Smith de Southwark, así como a las Hermanitas de los Pobres y al personal y voluntarios que os atienden.

Puesto que los avances médicos y otros factores permiten una mayor longevidad, es importante reconocer la presencia de un número creciente de ancianos como una bendición para la sociedad. Cada generación puede aprender de la experiencia y la sabiduría de la generación que la precedió. En efecto, la prestación de asistencia a los ancianos se debería considerar no tanto un acto de generosidad, cuanto la satisfacción de una deuda de gratitud.

Por su parte, la Iglesia ha tenido siempre un gran respeto por los ancianos. El cuarto mandamiento: «Honra a tu padre y a tu madre, como el Señor tu Dios te ha mandado» (Deut 5,16), está unido a la promesa, «que se prolonguen tus días y seas feliz en la tierra que el Señor tu Dios te da» (Ibid). Esta obra de la Iglesia por los ancianos y enfermos no sólo les brinda amor y cuidado, sino que también Dios la recompensa con las bendiciones que promete a la tierra donde se observa este mandamiento. Dios quiere un verdadero respeto por la dignidad y el valor, la salud y el bienestar de las personas mayores y, a través de sus instituciones caritativas en el Reino Unido y otras partes, la Iglesia desea cumplir el mandato del Señor de respetar la vida, independientemente de su edad o circunstancias.

Como dije al inicio de mi pontificado: «Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario» (Homilía en el solemne inicio del Ministerio Petrino del Obispo de Roma, 24 de abril 2005). La vida es un don único, en todas sus etapas, desde la concepción hasta la muerte natural, y Dios es el único para darla y exigirla. Puede que se disfrute de buena salud en la vejez; aun así, los cristianos no deben tener miedo de compartir el sufrimiento de Cristo, si Dios quiere que luchemos con la enfermedad. Mi predecesor, el Papa Juan Pablo II, sufrió de forma muy notoria en los últimos años de su vida. Todos teníamos claro que lo hizo en unión con los sufrimientos de nuestro Salvador. Su buen humor y paciencia cuando afrontó sus últimos días fueron un ejemplo extraordinario y conmovedor para todos los que debemos cargar con el peso de la avanzada edad.

En este sentido, estoy entre vosotros no sólo como un padre, sino también como un hermano que conoce bien las alegrías y fatigas que llegan con la edad. Nuestros largos años de vida nos ofrecen la oportunidad de apreciar, tanto la belleza del mayor don que Dios nos ha dado, el don de la vida, como la fragilidad del espíritu humano. A quienes tenemos muchos años se nos ha dado la maravillosa oportunidad de profundizar en nuestro conocimiento del misterio de Cristo, que se humilló para compartir nuestra humanidad.

A medida que el curso normal de nuestra vida crece, con frecuencia nuestra capacidad física disminuye; con todo, estos momentos bien pueden contarse entre los años espiritualmente más fructíferos de nuestras vidas. Estos años constituyen una oportunidad de recordar en la oración afectuosa a cuantos hemos querido en esta vida, y de poner lo que hemos sido y hecho ante la misericordia y la ternura de Dios. Ciertamente esto será un gran consuelo espiritual y nos permitirá descubrir nuevamente su amor y bondad en todos los días de nuestra vida.

Con estos sentimientos, queridos hermanos y hermanas, me complace aseguraros mi oración por todos vosotros, y pido vuestras oraciones por mí. Que Nuestra Señora y su esposo San José intercedan por nuestra felicidad en esta vida y nos obtengan la bendición de un tránsito tranquilo a la venidera.
¡Que Dios os bendiga a todos!


Saludo del Santo Padre a los niños



Queridos amigos

Me alegra tener la oportunidad de saludaros como representantes de tantos profesionales y voluntarios responsables de la protección de los niños en ámbitos eclesiales. La Iglesia tiene una larga tradición de cuidar a los niños desde su más temprana edad hasta la madurez, siguiendo el ejemplo del afecto de Cristo, que bendijo a los niños que le presentaban, y que enseñó a sus discípulos que, de quienes son como aquellos, es el Reino de los Cielos (cf. Mc 10,13-16).

Vuestro trabajo, realizado en el marco de las recomendaciones formuladas en primer lugar por el Informe Nolan y sucesivamente por la Comisión Cumberlege, ha brindado una contribución vital a la promoción de ambientes seguros para los jóvenes. Esto ayuda a garantizar que las medidas de prevención adoptadas sean eficaces, que se mantengan con atención, y que todas las denuncias de abuso se traten con rapidez y justicia. En nombre de los muchos niños a quienes servís y de sus padres, permitidme que os dé las gracias por el buen trabajo que habéis realizado y que seguís realizando en este campo.

Es deplorable que, en neta contradicción con la larga tradición de la Iglesia de cuidar a los niños, éstos hayan sufrido abusos y malos tratos por parte de algunos sacerdotes y religiosos. Todos nos hemos concienciado mucho más de la necesidad de proteger a los niños, y vosotros sois una parte importante de la respuesta de amplio alcance que la Iglesia está dando a este problema. Aunque nunca podremos estar satisfechos del todo, el crédito se debe dar cuando es merecido: hay que reconocer los esfuerzos de la Iglesia en este país y en otros lugares, especialmente en los últimos diez años, para garantizar la seguridad de niños y jóvenes y para mostrarles respeto a medida que se encaminan a la madurez. Rezo para que vuestro generoso servicio ayude a reforzar un clima de confianza y renovado compromiso con el bienestar de los niños, que son un don preciosísimo de Dios.

Que Dios haga fecunda vuestra labor y derrame sus bendiciones sobre vosotros.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Fwd: Viaje de Benedicto XVI al Reino Unido

Viaje de Benedicto XVI al Reino Unido

16-19 de septiembre de 2010

VERSIÓN INTEGRA DE LAS RESPUESTAS DEL PAPA A PERIODISTAS

RUMBO AL REINO UNIDO

Jueves 16 de septiembre de 2010

-Padre Federico Lombardi: Santidad, bienvenido entre nosotros y gracias por su

disponibilidad. Tenemos un grupo de setenta periodistas aquí presentes de

diferentes partes del mundo, y naturalmente algunos han venido desde el Reino

Unido para unirse ya desde el vuelo a nuestro grupo. Como de costumbre, los

colegas en los días pasados han ofrecido varias preguntas que le presentamos para

esta primera conversación al inicio de un viaje muy esperado y empeñativo, que

esperamos sea maravilloso. He escogido unas pregunta entre las que se han

propuesto. Las presento en italiano para no consarle demasiado. Los colegas se

ayudarán mutuamente si no comprenden bien el italiano.

Primera pregunta. Durante la preparación de este viaje se han dado discusiones y

posiciones contrarias. En la tradición del país se han dado fuertes posiciones

anticatólicas. Durante la preparación del viaje, Gran Bretaña ha sido presentada

como un país anticatólico. ¿Está usted preocupado por la manera en que será

acogido?

-Benedicto XVI: Ante todo buen día y buen vuelo a todos. Tengo que decir que no estoy

preocupado, pues cuando estuve en Francia se había dicho: "este es el país más

anticlerical, con fuertes corrientes anticlericales y con poquísimos fieles". Cuando fui a

la República Checa, se dijo: "este es el país más antirreligioso de Europa y el más

anticlerical, también". De este modo, todos los países occidentales, cada uno según su

modo específico, según la propia historia, tienen fuertes corrientes anticlericales y

anticatólicas, pero tienen también siempre una fuerte presencia de fe. En Francia y en la

República Checa vi y viví una calurosa acogida por parte de la comunidad católica, una

fuerte atención por parte de agnósticos, que sin embargo están en búsqueda, que quieren

conocer y encontrar los valores que permiten avanzar a la humanidad y estuvieron muy

atentos por si podrían escuchar de mí algo en este sentido, y la tolerancia y el respeto de

cuantos son anticatólicos. Gran Bretaña tiene su propia historia de anticatolicismo. Esto

es evidente. Pero es también un país con una gran tolerancia. Estoy seguro de que, por

una parte, habrá una acogida positiva de los católicos y de los creyentes, y que habrá

atención de cuantos buscan cómo ir adelante en este tiempo nuestro, así como respeto y

tolerancia recíproca donde hay anticatolicismo. Voy adelante con gran valentía y con

alegría.

-Padre Federico Lombardi: El Reino

Unido, al igual que muchos países

occidentales, es considerado como un país

secularizado, con un fuerte movimiento de

ateísmo que tiene incluso motivaciones

culturales. Sin embargo, se dan también

signos de fe religiosa, en particular la fe en

Jesucristo sigue siendo viva a nivel

personal. ¿Qué significa esto para católicos

y anglicanos? ¿Es posible hacer algo para

que la Iglesia sea una institución más

creíble y atractiva para todos?

-Benedicto XVI: Diría que una Iglesia que

busca sobre todo ser atractiva, estaría ya en

un camino equivocado. Porque la Iglesia no

trabaja para sí, no trabaja para aumentar los

propios números, el propio poder.

La Iglesia está al servicio de Otro, no está al propio

servicio, no está para ser un cuerpo fuerte, sino para hacer accesible el anuncio de

Jesucristo, las grandes verdades, las grandes fuerzas de amor y de reconciliación, que

han aparecido en esta figura y que vienen siempre de la presencia de Jesucristo. En este

sentido, la Iglesia no busca ser atractiva, sino que debe ser trasparente para que aparezca

Jesucristo. Y en la medida en que no está para sí misma, como cuerpo fuerte y poderoso

en el mundo, sino que se hace sencillamente voz de Otro, se convierte realmente en

transparencia de la gran figura de Cristo y de las grandes verdades que ha traído a la

humanidad, de la fuerza del amor. Si es así, es escuchada y aceptada. La Iglesia no

debería considerarse a sí misma sino ayudar a considerar a Otro, y ella misma debe ver

y hablar de Otro y por Otro. En este sentido, me parece también que anglicanos y

católicos tienen el mismo deber, la misma dirección que tomar. Si los anglicanos y los

católicos hacen ver que no se sirven a sí mismos sino que son instrumentos de Cristo,

amigos del Esposo como dice san Juan, si ambos siguen la prioridad de Cristo y no de sí

mismos, entonces avanzan juntos. Porque entonces la prioridad de Cristo los une y

dejan de ser competidores, cada uno buscando el número, sino que están unidos en el

compromiso por la verdad de Cristo, que entra en este mundo, y de este modo se

encuentran también recíprocamente en un verdadero y fecundo ecumenismo.

-Gracias, Santidad, tercera pregunta: Como es sabido, se ha visto, también por

recientes sondeos, que el escándalo de los abusos sexuales ha sacudido la confianza

de los fieles en la Iglesia. ¿Cómo piensa contribuir al restablecimiento de esta

confianza?

-Benedicto XVI: En primer lugar, tengo que decir que estas revelaciones han sido para

mí un shock, son una gran tristeza. Es difícil entender cómo fue posible esta perversión

del ministerio sacerdotal. El sacerdote, en el momento de la ordenación, preparado por

años para este momento, dice "sí" a Cristo para hacerse su voz, su boca, su mano, y

servir con toda la existencia para que el buen Pastor, que ama, que ayuda y que guía a la

verdad, esté presente en el mundo. Es difícil comprender cómo un hombre que ha hecho

y dicho esto puede luego caer en esta perversión. Es una gran tristeza, una tristeza

también que la autoridad de la Iglesia no fuera suficientemente vigilante y

suficientemente veloz y decidida para tomar las medidas necesarias. Por todo esto,

estamos en un momento de penitencia, de humildad, de renovada sinceridad, como

escribí a los obispos irlandeses. Me parece que ahora debemos vivir precisamente un

tiempo de penitencia, un tiempo de humildad, y renovar y aprender nuevamente la

sinceridad absoluta.

En cuanto a las víctimas, diría que hay tres cosas importantes. El primer interés son las

víctimas. ¿Cómo podemos reparar? ¿Qué podemos hacer para ayudar a estas personas a

superar este trauma, a reencontrar la vida, a reencontrar también la confianza en el

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mensaje de Cristo? Atención, compromiso con las víctimas, es la primera prioridad, con

ayudas materiales, psicológicas y espirituales.

Lo segundo es el problema de las personas culpables: la justa pena, excluirlos de toda

posibilidad de contacto con los jóvenes, porque sabemos que ésta es una enfermedad,

que la libre voluntad no funciona donde está esta enfermedad y, por lo tanto, debemos

proteger a estas personas de sí mismas y encontrar la manera de ayudarlas y excluirlas

de todo acceso a los jóvenes.

Y el tercer punto es la prevención y la educación en la elección de los candidatos al

sacerdocio. Estar atentos para que, según las posibilidades humanas, se excluyan futuros

casos. Quisiera en este momento también agradecer al episcopado británico por su

atención y por su colaboración tanto con la Sede de Pedro como con las instancias

públicas y la atención por las víctimas y por el derecho. Me parece que el episcopado

británico ha hecho y hace un gran trabajo. Por tanto, estoy muy agradecido.

-Padre Federico Lombardi: Santidad, la figura del cardenal Newman es

evidentemente muy significativa para usted. En el caso del cardenal Newman usted

hace la excepción de presidir su beatificación. ¿Piensa que su recuerdo puede

ayudar a superar las divisiones entre anglicanos y católicos? ¿Cuáles son los

aspectos de su personalidad que piensa subrayar de manera más clara?

--Benedicto XVI: El cardenal Newman es sobre todo, por una parte, un hombre

moderno, que vivió todo el problema de la modernidad, que vivió también el problema

del agnosticismo, de la imposibilidad de conocer a Dios, de creer. Un hombre que

estuvo durante toda su vida en camino, en camino para dejarse transformar por la

verdad en una búsqueda de gran sinceridad y de gran disponibilidad, para conocer,

encontrar y aceptar el camino para la verdadera vida. Esta modernidad interior de su

vida implica la modernidad de su fe. No es una fe en fórmulas de un tiempo pasado sino

una fe personalísima, vivida, sufrida, encontrada en un largo camino de renovación y de

conversiones. Es un hombre de gran cultura que, por una parte, participa en nuestra

cultura escéptica de hoy, en la cuestión de si podemos comprender algo de manera

cierta sobre la verdad del hombre y de cómo podemos llegar a la convergencia de las

verosimilitudes. Un hombre que, con una gran cultura de conocimiento de los padres de

la Iglesia, ha estudiado y renovado la génesis y el don de la fe, reconocida así la figura

esencialmente interior. Es un hombre de una gran espiritualidad, de un gran humanismo,

un hombre de oración, de una relación profunda con Dios y, por eso, de una relación

profunda también con los hombres de su tiempo.

Señalaría, por lo tanto, tres elementos en él: modernidad de su existencia, con todas las

dudas y los problemas de nuestro ser de hoy; una gran cultura, conocimiento de los

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grandes tesoros de la cultura de la humanidad, disponibilidad de búsqueda permanente,

de renovación permanente; y espiritualidad, vida espiritual con Dios. Estos elementos

dan a este hombre una grandeza excepcional para nuestro tiempo y por eso es una figura

de doctor de la Iglesia para nosotros y para todos, y también un puente entre anglicanos

y católicos.

-Padre Federico Lombardi: Última pregunta. Esta vista es una visita de Estado.

Así ha sido calificada. ¿Qué significa esto para las relaciones entre la Santa Sede y

el Reino Unido. ¿Hay puntos importantes de sin sintonía, sobre todo si se presta

atención a los grandes desafíos del mundo actual?

-Benedicto XVI: Estoy muy agradecido a Su

Majestad la Reina Isabel II, que ha querido dar a

esta visita el rango de visita de Estado, para

expresar el carácter público de esta visita y

también la responsabilidad común de la política y

de la religión ante el futuro del continente y el

futuro de la humanidad. Muestra la gran

responsabilidad común para que los valores que

crean justicia y política y que proceden de la

religión estén juntos en camino en nuestro tiempo.

Naturalmente, el hecho de que jurídicamente es

una visita de Estado no hace que mi visita sea un

hecho político, porque si el Papa es jefe de Estado

esto es sólo un instrumento para garantizar la

independencia de su anuncio y el carácter público

de su labor de pastor.

En este sentido, la visita de Estado mantiene sustancial y

esencialmente el carácter de visita pastoral, es decir, una visita en la responsabilidad de

la fe por la que existe el Sumo Pontífice, el Papa. Y este carácter de visita de Estado

pone en el centro de la atención precisamente las coincidencias entre los intereses de la

política y de la religión. La política sustancialmente busca garantizar justicia, y con la

justicia la libertad. Pero la justicia es un valor moral, un valor religioso, y así la fe, el

anuncio del Evangelio, entra en relación con la política en el punto de la justicia. De

aquí nacen los intereses comunes. Gran Bretaña tiene un gran experiencia y una gran

actividad en la lucha contra los males de este tiempo, la miseria, la pobreza, las

enfermedades, la droga, y todos estas luchas contra la miseria, la pobreza, las

esclavitudes del hombre, son también fines de la fe porque son fines de la humanización

del hombre para que se restituya la imagen de Dios contra las destrucciones y las

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devastaciones. El segundo deber común es el compromiso por la paz en el mundo y la

capacidad de vivir la paz, la educación en la paz, crear las virtudes que hacen al hombre

capaz de paz. Y finalmente, el elemento esencial de la paz es el diálogo de las

religiones, la tolerancia, la apertura del hombre al otro. Y esto es un objetivo profundo

tanto de Gran Bretaña, en cuanto sociedad, como de la fe católica: abrir el corazón, abrir

al diálogo, abrir a la verdad, al camino común de la humanidad y reencontrar los valores

que fundamentan nuestro humanismo.

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domingo, 14 de noviembre de 2010

Fwd: EN LOS MOMENTOS DIFICILES. PIENSA Y... ¡ SE CREATIVO ¡


" NO CEJEMOS EN EL EMPEÑO HASTA EL ULTIMO MOMENTO"

Cuenta una antigua leyenda, que en la Edad Media, un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer. En realidad, el verdadero autor era una persona muy influyente del reino y por eso, desde el primer momento buscaron a un "chivo expiatorio" para encubrir al verdadero culpable.

El hombre fue llevado a juicio, ya conociendo que tendría escasas o
ninguna oportunidad de escapar al terrible veredicto: ¡LA HORCA!

El Juez, también cómplice, cuidó de dar todo el aspecto de un juicio
justo y por esta razón le dijo al acusado:
"Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor, vamos a dejar en manos de Él tu destino. Vamos a escribir en dos papeles separados las palabras culpable e inocente. Tu escogerás uno de ellos y será la mano de Dios la que decida tu destino"

Por supuesto, el funcionario corrupto había preparado dos papeles con la misma leyenda: "CULPABLE" y la pobre víctima, aún sin conocer los detalles, se dio cuenta que el sistema propuesto era una trampa. No había
escapatoria. El Juez conminó al hombre a tomar uno de los papeles doblados.

Éste inspiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados pensando, y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y con una extraña sonrisa, escogió y agarró uno de los papeles y llevándolo a su boca, lo engulló rápidamente.

Sorprendidos e indignados los presentes, le reprocharon airadamente.

Pero... ¿qué hizo?... ¿Y ahora?... ¿Cómo vamos a saber el veredicto?

"Es muy sencillo" respondió el acusado, "Es cuestión de leer el papel
que queda y sabremos que decía el que yo escogí"

Con rezongos y disgustos mal disimulados, tuvieron que liberar al
acusado, y jamás volvieron a molestarle.

*_Moraleja_: *

Por más difícil que se nos presente una situación, nunca dejemos de buscar la salida ni de luchar hasta el último momento.


¡¡¡ SÉ CREATIVO ¡¡¡
CUANDO TODO PAREZCA PERDIDO, USA LA IMAGINACIÓN.

_En los momentos de crisis_:

"Sólo la imaginación es más importante que el conocimiento
"Albert Einstein




domingo, 7 de noviembre de 2010

DISCURSO DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI - 17 de septiembre de 2010

Visita fraterna al Arzobispo de Canterbury en el Lambeth Palace (London Borough of Richmond, 17 de septiembre de 2010)


17 de septiembre de 2010
vatican.va
DISCURSO DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI

Lambeth Palace (London Borough of Richmond)
Viernes 17 de septiembre de 2010



Vuestra Gracia:

Me complace poder corresponder a la cortesía de las visitas que me ha hecho en Roma con una visita fraterna aquí, en su residencia oficial. Le doy las gracias por su invitación y por la hospitalidad que tan generosamente me ha brindado. Saludo también a los Obispos anglicanos llegados de diferentes partes del Reino Unido, a mis hermanos Obispos de las Diócesis Católicas de Inglaterra, Gales y Escocia, y a los asesores ecuménicos presentes.

Vuestra Gracias se ha referido al histórico encuentro que tuvo lugar en la catedral de Canterbury, hace casi treinta años, entre dos de nuestros predecesores, el Papa Juan Pablo II y el arzobispo Robert Runcie. Allí, en el mismo lugar donde Santo Tomás de Canterbury dio testimonio de Cristo con el derramamiento de su sangre, rezaron juntos por el don de la unidad entre los seguidores de Cristo. Continuamos hoy orando por este don, conscientes de que la unidad que Cristo deseó fervientemente para sus discípulos sólo llegará en respuesta a la oración, a través de la acción del Espíritu Santo, que renueva sin cesar a la Iglesia y la conduce a la plenitud de la verdad.

No es mi intención hablar hoy de las dificultades que el camino ecuménico ha encontrado y sigue encontrando. Dichas dificultades son bien conocidas por todos los presentes. Más bien, quiero unirme a ustedes en acción de gracias por la profunda amistad que ha crecido entre nosotros y por el notable progreso llevado a cabo en muchos ámbitos del diálogo durante los cuarenta años transcurridos desde que la Comisión Internacional Anglicano-Católica comenzó su labor. Encomendemos los frutos de ese trabajo al Señor de la mies, confiando en que bendiga nuestra amistad con un crecimiento significativo adicional.

El contexto del diálogo entre la Comunión Anglicana y la Iglesia Católica ha evolucionado de forma espectacular desde la reunión privada entre el Papa Juan XXIII y el Arzobispo Geoffrey Fisher en 1960. Por un lado, la cultura que nos rodea se distancia cada vez más de sus raíces cristianas, a pesar de una profunda e intensa hambre de espiritualidad. Por otro lado, la creciente dimensión multicultural de la sociedad, especialmente marcada en este país, trae consigo la oportunidad de encontrar otras religiones. Para los cristianos, esto nos abre la posibilidad de explorar, junto a los miembros de otras tradiciones religiosas, formas de dar testimonio de la dimensión trascendente de la persona humana y de la vocación universal a la santidad, poniendo en práctica la virtud en nuestra vida personal y social. La cooperación ecuménica en esta tarea sigue siendo esencial, y ciertamente dará frutos en la promoción de la paz y la armonía en un mundo que, con tanta frecuencia, corre el riesgo de fragmentarse.

Al mismo tiempo, los cristianos nunca debemos vacilar en proclamar nuestra fe en la unicidad de la salvación que nos ha ganado Cristo, y en explorar juntos una comprensión más profunda de los medios que Él nos ha dado para alcanzar dicha salvación. Dios «quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (1 Tim 2,4), y la verdad no es otra que Jesucristo, Hijo eterno del Padre, quien reconcilió consigo todas las cosas con la fuerza de su Cruz. Fieles a la voluntad del Señor, tal como se expresa en este pasaje de la Primera Carta de San Pablo a Timoteo, reconocemos que la Iglesia está llamada a ser inclusiva, pero nunca a expensas de la verdad cristiana. En esto radica el dilema que afrontan cuantos están sinceramente comprometidos con el camino ecuménico.

En la figura de John Henry Newman, que será beatificado el domingo, celebramos a un pastor, cuya visión eclesial creció con su formación anglicana y maduró durante sus muchos años como ministro ordenado en la Iglesia de Inglaterra. Él nos enseña las virtudes que exige el ecumenismo: por un lado, seguía su conciencia, aun con gran sacrificio personal; y por otro, el calor de su constante amistad con sus antiguos compañeros le condujo a investigar con ellos, con un espíritu verdaderamente conciliador, las cuestiones sobre las que diferían, impulsado por un profundo anhelo de unidad en la fe.

Vuestra Gracia, con ese mismo espíritu de amistad, renovemos nuestra determinación de buscar la unidad en la fe, la esperanza y la caridad, de acuerdo con la voluntad de Jesucristo, nuestro único Señor y Salvador.

Con estos sentimientos, me despido de vosotros. Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros (cf. 2 Co 13,13).


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