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domingo, 30 de diciembre de 2007

Un servicio de Google competirá con Wikipedia

Google ha anunciado la puesta en marcha de un nuevo servicio en Internet que ofrecerá información de calidad, preparada por expertos, sobre una gran variedad de materias.
Firmado por Aceprensa Fecha: 26 Diciembre 2007
La iniciativa pretende emular a Wikipedia, la enciclopedia más utilizada en la web, al facilitar a los usuarios el acceso a una guía on line cualificada para conceptos de carácter científico, información médica, acontecimientos históricos, y otros aspectos relacionados con el ocio, el entretenimiento, etc.
La plataforma se construirá a partir de páginas web desarrolladas por los expertos, denominadas knols –palabra derivada del sustantivo inglés knowledge (conocimiento)– y que Google define como “unidad de conocimiento”. Según ha declarado a The Wall Street Journal (15-12-2007) uno de los vicepresidentes de la compañía, Ubi Manber, un knol es “lo primero que leería alguien interesado que busca ese término por primera vez”. Manber también explicó que Google no actuará como editor de cada entrada ni ejercerá control sobre los contenidos, que, en cualquier caso, además de recibir votos de los usuarios –de más a menos estrellas– estarán abiertos a sus comentarios, preguntas y sugerencias.
La particular enciclopedia que proyecta Google, ahora en fase de pruebas, tiene también una finalidad económica, puesto que proporcionará a la empresa un nuevo soporte en el que incorporar anuncios. Según Manber, habrá publicidad en las páginas si el autor así lo quiere y, en esos casos, Google compartirá importantes beneficios con el escritor. Google ha aclarado que pretende ser neutral y, por lo tanto, calificará todas las páginas con los mismos criterios, por lo que no falseará los resultados de los knols en sus buscadores ni les otorgará mejor calificación para obtener ventajas económicas de los anuncios.
La posibilidad de un competidor no parece preocupar demasiado al fundador de Wikipedia, Jimmy Wales, ya que considera que la guía de Google se convertirá en una suma de blogs y no en una enciclopedia avalada por expertos, como se pretende. La clave del nuevo servicio de Google será encontrar autores capaces de redactar los contenidos con calidad y darles el realce que les corresponde, algo que Wikipedia no ofrece a sus colaboradores.

España: Los fraudes de las clínicas abortistas, al descubierto


La revelación sobre abortos ilegales despierta a la opinión pública y fuerza algunos cierres
Firmado por Aceprensa Fecha: 19 Diciembre 2007
La tradicional pasividad con que la opinión pública española recibía año tras año el constante aumento del número de abortos, se ha visto sacudida por la investigación judicial de los escandalosos abortos ilegales realizados en conocidas clínicas de Barcelona y de Madrid. Todo esto era sabido, pero de repente ha habido voluntad de perseguirlo.
El doctor Carlos Morín ha levantado una fortuna con el negocio del aborto en sus clínicas de Barcelona, de las que la más conocida es Ginemedex. Detenido y encarcelado gracias a una investigación de la Guardia Civil, la opinión pública ha conocido las irregularidades que impunemente se cometían en sus centros: informes firmados de antemano por el psiquiatra, abortos sin justificación legal y en embarazos avanzados, trituración de fetos esquivando la obligación de cremarlos o enterrarlos, abortos no declarados... ¿Es el caso de Morín algo excepcional? Los abusos investigados ahora en Madrid en la sucursal de Morín y en otra clínica llamada Mayrit, y las sospechas policiales sobre la clínica Isadora apuntan a lo que las asociaciones pro-vida han denunciado continuamente: el fraude de ley que de hecho se comete en España con el aborto.
El aborto en España es delito, pero está despenalizado en tres supuestos. Uno de ellos es el de peligro para la salud física o psíquica de la madre, en el que no hay límite temporal. Que la opinión pública se lleve las manos a la cabeza ahora porque entre los fetos abortados ilegalmente los había de hasta siete y ocho meses demuestra que se olvida con frecuencia este dato. Las últimas cifras, de 2005, dejan casi 91.700 abortos, lo que supone que uno de cada seis embarazos termina en aborto; en el 96,6% de los casos se invoca el riesgo para la salud física o psíquica de la madre. Como pocos médicos de la sanidad pública quieren intervenir en esto, el 97% de los abortos se realizan en centros privados, aunque no pocas veces el aborto se financia con fondos públicos (ver Aceprensa en Internet, 3-01-2007: “Uno de cada seis embarazos en España termina en aborto”).
Si tenemos en cuenta que estos centros se lucran con cada intervención, resulta como mínimo chocante que la ley permita a la clínica contratar a los psiquiatras que han de hacer los informes sobre el “riesgo para la salud psíquica” de la madre. Las investigaciones han demostrado que las clínicas cuentan con informes ya firmados por el médico en los que el espacio para el nombre de la paciente está en blanco. El resultado de esta impunidad es el turismo abortista desde el resto de Europa a España, como ya denunciaron reportajes de la televisión pública danesa y el diario británico Sunday Telegraph. La edad del feto no importaba, solo aumentaba el precio, que podía llegar a los 3.000 euros. Según los datos oficiales, el 88% de los abortos se realizan durante los tres primeros meses de gestación; pero los fraudes ahora descubiertos ponen en entredicho que las estadísticas oficiales reflejen la realidad.
Entre lo que parecen últimos coletazos de este encubrimiento generalizado del aborto ilegal se encuentran el comportamiento de la Consejería de Salud de la Generalitat de Cataluña y del Colegio de Médicos de Barcelona. Tras el reportaje del Sunday Telegraph en 2004, la consejería dijo que no veía irregularidades en las clínicas de Morín. En noviembre de 2006, después del reportaje de la televisión danesa, lo único que hizo fue sancionar al centro con 3.000 euros por faltas administrativas. Entonces, e-Cristians denunció a Morín ante el Colegio de Médicos barcelonés, pero la denuncia fue archivada y la entidad afirmó que no había responsabilidad deontológica.
Metamorfosis social y política
¿Qué ha variado para que ahora se lleve a la cárcel a los culpables? Es difícil saber cuál es la causa última de la transformación producida, si es que hay solo una, pero algunos signos indican que ese cambio es real. En los últimos años, cada vez que salen a la luz las cifras estadísticas anuales de abortos declarados, los medios de comunicación muestran su preocupación, aunque las soluciones que suelen proponer se han demostrado parte del problema. Un vistazo a los comentarios de los lectores en los diarios digitales confirma esta impresión de creciente alarma.
Manifestación de este cambio de mentalidad es que, después de que saltara a la luz pública el “caso Morín”, solo minorías sin peso se han atrevido a insinuar críticas a la detención o aprovechar la circunstancia para pedir el aborto libre. Incluso el PSOE ha sugerido que no incluirá modificaciones en la ley del aborto en su programa electoral para las elecciones de marzo. Y han aparecido artículos de denuncia, no solo entre los habituales defensores del respeto a la vida, sino también en articulistas partidarios de la legalización del aborto pero que ahora escriben “no es eso, no es eso”.
Esta vez diarios de alcance nacional, y en especial ABC y La Gaceta de los Negocios han seguido ampliando la información sobre los fraudes de las clínicas abortistas.
Es representativo el desaliento reflejado por la portavoz anónima de una clínica abortista (ABC, 13-12-2007), que echaba en cara “el silencio de las autoridades sanitarias. Nos están crucificando y ellos callados, cuando al fin y al cabo las clínicas privadas estamos, hablando claro, quitándole un marrón a la sanidad pública”.
La defensa de las clínicas abortistas ha sido decir que se está atacando un derecho de la mujer y que habría que reformar la ley actual porque “no da seguridad”. “Es fundamental que se cambie por una ley de plazos, la que hay en la mayoría de los países europeos. Lo ideal sería hasta las 12 semanas. Y, a partir de ahí, una ley de indicaciones como la que tenemos hasta ahora”, sostiene Eva Rodríguez Armario, presidenta de la asociación de clínicas acreditadas para el aborto (El País, 17-12-2007). Es decir, aborto libre en los tres primeros meses, sin renunciar a seguir invocando después los otros supuestos como hasta ahora. Lo que no explica es por qué vienen a abortar a España de otros países y no al revés.

La teoría de la secularización necesita unos retoques



Así erró Zaratustra
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La religión tenía que estar ya difunta o en estado agónico ante el avance de la modernidad. El hecho de que no haya ocurrido así en la mayor parte del mundo y que incluso en Occidente dé algunas muestras de revivir obliga a revisar la teoría convencional de la secularización. Así lo hace el filósofo canadiense Charles Taylor en su último libro. Por contraste, un reciente análisis de The Economist ilustra la dificultad de adaptar los viejos esquemas a las nuevas evidencias.
Firmado por Rafael Serrano Fecha: 19 Diciembre 2007
Según la teoría más extendida, la secularización es efecto necesario de la modernidad. La humanidad, desde sus orígenes, ha recurrido a Dios por ignorar las causas naturales de los fenómenos y ante la inseguridad y la miseria de la vida. A medida que la ciencia cubre las lagunas de nuestros conocimientos, la técnica aumenta el bienestar y vence las enfermedades, la religión retrocede.


Tres formas de secularización
En A Secular Age1, Charles Taylor (ver Aceprensa 56/07) señala que la secularización es un fenómeno complejo, que no responde a esa descripción lineal.
Taylor distingue tres sentidos del término secularización. El primero significa que la fe desaparece del espacio público y el fundamento de la convivencia política es secular. El segundo es el retroceso de la creencia y de la práctica religiosas entre la gente. Él añade uno más: la secularización entendida como “el paso desde una sociedad en que la creencia en Dios no es combatida ni problemática, a otra en que se entiende como una opción entre otras, y a menudo no la más fácil de tomar” (p. 3).
Los tres sentidos están estrechamente relacionados –sobre todo el segundo y el tercero–, pero no son iguales. Así, Estados Unidos –dice Taylor–, una de las primeras sociedades que implantó la separación entre Iglesia y Estado (primer sentido de secularización), presenta un índice relativamente elevado de creencia y práctica religiosas (está poco secularizado en el segundo sentido), pero eso no es la actitud “natural”, sino solo una posibilidad, desprestigiada en bastantes ámbitos (tercer sentido).
Religión como vivencia
Taylor dedica su análisis a la secularización en el tercer sentido porque así, al centrar la atención en las condiciones de la fe en cuanto vivencia, ilumina aspectos menos estudiados cuando se plantea el asunto en términos de doctrina. Como explica en la introducción, no le convencen las teorías que explican la secularización como una sustitución de la fe por otras ideas.
No ve ni que Darwin, por ejemplo, refute la religión, ni que la difusión de doctrinas modernas semejantes explique por sí sola el retroceso de la religión. No considera acertadas “esas historias de la modernidad en general, y de la secularidad en particular, que las explican como una pérdida, o abandono, o liberación, por parte de los seres humanos, de anteriores horizontes reductivos, o ilusiones, o limitaciones de conocimiento” (p. 22).
Frente a tales teorías, Taylor sostiene que “la modernidad occidental, incluida su secularidad, es fruto de nuevas invenciones, de mentalidades y prácticas de nueva creación, y no se puede explicar como si obedeciese a rasgos perennes de la vida humana” (ibid.). Advierte que la secularización que estudia, y las tesis que propone, se refieren solo a las sociedades de Occidente, aunque puedan tener alguna vigencia en otras partes del mundo.
Creyente en estado de busca
Un largo recorrido por la modernidad lleva a Taylor a examinar la experiencia religiosa actual. Pues no todo el efecto de la modernidad en la religión ha consistido en disminuirla: también la ha modificado. Y el influjo ha sido recíproco, primero porque la modernidad occidental –sostiene Taylor– tiene en el cristianismo una de sus fuentes. Así, una de las razones de que –contra el pronóstico de algunos– la religión perviva en la modernidad es que en algunos puntos sintoniza con fibras modernas. Otra razón es que representa una salida frente a ciertas tendencias de la modernidad que muchos sienten como negativas, por ejemplo, la preeminencia unilateral de la racionalidad científico-técnica.
El creyente típicamente moderno se considera un buscador. Es heredero de la revolución expresivista: por eso espera encontrar su propio camino personal y valora más la vivencia que la enseñanza. Quiere “una experiencia más directa de lo sagrado, mayor inmediatez, espontaneidad y profundidad espiritual”, en palabras de Wade Clark Roof (Spiritual Marketplace, 1999) que cita Taylor. A esto suele acompañar una alergia a lo institucional.
Hoy muchos llegan a distinguir entre espiritualidad y religión, como en estos comentarios de un norteamericano recogidos en el mismo libro de Roof: “Religión… es doctrina y tradición, doblar la rodilla… la religión te dice qué tienes que hacer y cuándo: cuándo arrodillarte, cuándo levantarte, todo eso; montones de reglas”. En cambio, “espiritualidad es un sentimiento interior, que puedes vivir como quiera que la percibas en tu mundo, en tu mente… es lo que entra en ti y te eleva y te mueve a ser mejor, una persona más abierta”. Taylor, por su parte, cita a un joven que visitó Taizé: “En Taizé no te dan la respuesta antes de que plantees la pregunta; sobre todo, toca a cada uno buscar su respuesta”.
La Iglesia, final del trayecto
Como advierte Taylor, esta religiosidad tiene el peligro de la superficialidad, de hacerse subjetivista, trivial, narcisista. Pero no necesariamente es así. Tampoco es toda la experiencia religiosa contemporánea, pues la religión “institucional” sigue viva, ofrece una vivencia comunitaria y festiva que también es muy propia de la modernidad (fuera del ámbito religioso se ve en los conciertos de rock), y puede ser el término de la búsqueda personal del expresivista contemporáneo.
En efecto, la secularización en el tercer sentido favorece que la creencia religiosa no sea fruto de la tradición o la inercia, sino una opción expresamente tomada, cosa muy moderna. De modo que el buscador puede reencontrar su originalidad en “las diversas formas de práctica espiritual a la que cada uno se siente atraído”, dice Taylor: “meditación, o alguna iniciativa de caridad, o un grupo de estudio, o una peregrinación, o alguna modalidad especial de oración, o una combinación de cosas semejantes” (p. 515).
“Desde luego, siempre ha existido una gama de formas de ese tipo –añade–, como extras optativos, para quienes ya están injertados primeramente en la práctica eclesial ordinaria. Pero ahora muchas veces ocurre al revés. Primero uno se siente atraído a una peregrinación, o a una Jornada Mundial de la Juventud, o un grupo de meditación, o a un taller de oración, y después, si avanza en la dirección adecuada, se encuentra injertado en la práctica ordinaria” (pp. 515-516).
Como se ve, la relación entre modernidad y religión no es simple ni unívoca. Ha traído una fuerte secularización, que Taylor estudia en la parte central y más extensa de su libro. Pero a la vez se observa que la fe, aunque herida, resiste, y en el terreno que pierde a menudo resurge luego de otra manera, con formas inesperadas u otras que parecen reediciones de creencias antiquísimas. Y aún está por ver si la secularización característica de Occidente, que es una parte cada vez menor de la humanidad, podrá tener la misma fuerza en el escenario futuro.
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(1) Charles Taylor. A Secular Age. Harvard University Press. Cambridge (Massachusetts) y Londres (2007). 874 págs. 39,95 $ / 25,95 £.