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domingo, 23 de marzo de 2008

China mantendrá la política del hijo único

Hay señales claras de debate en el seno del Partido
Firmado por Aceprensa Fecha: 13 Marzo 2008

El ministro de la Comisión Nacional de Planificación Familiar y Población, de China, ha desautorizado las afirmaciones hechas por su viceministra Zhao Baige sobre un posible fin de la política del hijo único (ver Aceprensa 30/08). Zhao aseguró la semana pasada que el envejecimiento de la población china “preocupa” y aseguró que el gobierno estudiaba posibles cambios de estrategia. Tanto ella como otros responsables de la Comisión de Planificación Familiar habían anunciado la posibilidad de que la ley se derogara durante el pleno anual de la Asamblea Nacional Popular, que se celebra estos días.
Todo parece haber quedado en una mera especulación, pues el ministro Zhang Weiqing, en una entrevista concedida a China Daily y publicada el 10 de marzo, afirmó que la política de un único hijo “ha demostrado ser adecuada para la situación china y debe mantenerse para asegurar un crecimiento demográfico equilibrado y estable”. “Si abandonamos la política de hijo único –añadió–, podrían producirse importantes fluctuaciones en el crecimiento de la población”.
No obstante, los mensajes contradictorios que llegan con ocasión del pleno del parlamento nominal quizá sean un reflejo del debate existente en el interior del Partido. Mientras algunos altos funcionarios anunciaban un posible replanteamiento de la ley, otros endurecían las sanciones a quienes la incumplían.
Es significativo que en el mes de enero las autoridades del Partido Comunista en la provincia de Hubei expulsaron a 500 militantes por violar la política de hijo único. Muchos de esos afiliados actuaban de modo pragmático, y ante el creciente bienestar y poder adquisitivo, fruto del desarrollo económico, optaron por arriesgar: prefirieron tener más hijos y pagar las multas correspondientes. La expulsión del Partido es un golpe duro, pues en China supone perder las relaciones sociales, indispensables para alcanzar un cierto status.
Los partidarios de las estrategias antinatalistas estiman que aunque sólo aumentase a dos el número de hijos permitidos, el aumento de la población supondría el desbordamiento de escuelas, hospitales y otros servicios públicos, que ya están actualmente en muy deficiente estado. Pero también hay quienes opinan que, en el fondo, existen motivaciones relacionadas con el prestigio social. Poner fin a las rígidas medidas antinatalistas supondría una gran humillación para las madres que han sufrido abortos o esterilizaciones forzadas: un aspecto que hay que tener en cuenta en una sociedad muy preocupada con el llamado mianzi, o miedo a quedar mal.
En cualquier caso, por estas u otras razones, el gobierno ha decidido anunciar que la política del hijo único se mantendrá al menos durante los próximos diez años. En ese tiempo, según Zhang, alcanzan la edad de casarse y de tener hijos una cohorte muy numerosa de jóvenes chinos.
En la escena internacional, la política de hijo único cuenta con el apoyo del Fondo de Población de la ONU (UNFPA), financiado principalmente por países europeos. La administración Bush decidió en 2002 retener la aportación de EE.UU. al Fondo –195 millones de dólares–, en virtud de una disposición que prohíbe destinar dinero federal a organizaciones que “apoyen o participen en la gestión de programas de aborto coercitivo o esterilización involuntaria”.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Aun sin aumentar el gasto en enseñanza, los países pueden lograr mejoras sustanciales

Las buenas prácticas de las escuelas eficientes
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Igual que hay pacientes que van al médico de la Seguridad Social para obtener una receta, cuando se trata de mejorar la educación políticos y sindicatos recurren a la receta fácil de pedir un aumento del gasto. Pero antes de gastar más, hay que evaluar si se puede sacar más partido al gasto actual. Un estudio comparativo entre los países de la OCDE sobre la eficiencia en la enseñanza primaria y secundaria, encuentra que hay grandes diferencias entre países y que, aun sin aumentar el gasto, puede haber mejoras sustanciales.
Firmado por Aceprensa Fecha: 12 Marzo 2008
El tema de la eficiencia de la escuela se trata en uno de los capítulos del informe1 de la OCDE Going for Growth 2008, como uno de los factores que influyen en el crecimiento económico.
El informe recuerda que el gasto por alumno en la enseñanza primaria y secundaria ha crecido rápidamente en los últimos diez años, hasta alcanzar como media un 3% del PIB en los países de la OCDE y casi un 10% del gasto público. Pero aún queda mucho por hacer para aprovechar bien esos recursos. Tras evaluar la eficiencia del gasto en esos niveles de enseñanza, los principales resultados del informe son:
– El grado de eficiencia varía mucho de un país a otro, y de una escuela a otra dentro del mismo país. Si una escuela nacional tipo adoptase las prácticas de las escuelas más eficientes de la OCDE, podría ganar entre un 20% y un 40% de eficiencia. Entre los países que podrían ganar más, por ser ahora más ineficientes, están Noruega, Grecia, Islandia, Estados Unidos y Hungría.
– La eficiencia en el gasto público en enseñanza depende en buena parte de factores institucionales. En particular, el informe destaca la importancia de las regulaciones sobre la libre elección de escuela, la transparencia sobre los resultados de cada centro, los mecanismos de gestión del presupuesto por objetivos específicos, y el grado de autonomía reconocido a la dirección del centro.
– Los resultados en los tests PISA de los alumnos de un centro tipo son inferiores en un 20% a los que podrían obtenerse si los recursos se utilizaran con tanta eficacia como en las mejores escuelas.
Cómo medir la eficiencia
Pero ¿cómo mide este informe la eficiencia de la escuelas?
Los resultados obtenidos (output) son las puntuaciones medias de cada centro escolar en los tests del informe PISA 2003, sobre comprensión lectora, matemáticas y ciencias (hay otra edición más reciente del informe PISA, la de 2006, pero no se ha utilizado aquí).
Para valorar la eficiencia, se comparan estos resultados con los siguientes factores o recursos utilizados (inputs): profesores y ordenadores disponibles por cada 100 alumnos, el estatus socioeconómico del alumno y la lengua hablada en casa del alumno medio, a fin de tener en cuenta la disponibilidad de recursos educativos en la familia y ciertos obstáculos lingüísticos al éxito escolar. Es decir, no es lo mismo una escuela con hijos de padres universitarios nacionales que otra donde hay una importante proporción de hijos de inmigrantes que hablan otra lengua en casa.
Con estos indicadores, destacan por su eficiencia entre 29 países de la OCDE las escuelas de Corea, Japón, Alemania, Finlandia, Holanda y Bélgica (Flandes). España se queda a la mitad de la tabla.
La libre elección favorece la eficiencia
¿Qué pueden hacer las políticas públicas para mejorar la eficiencia de la escuela? El informe subraya cómo influyen las prácticas sobre la elección de escuela, la asignación de recursos y la gestión del presupuesto.
La escuela no es una excepción a la idea de que “la libre elección del usuario constituye un poderoso motor de la eficiencia”, según subraya el informe. Cuando se deja a las familias elegir entre los centros escolares, estos responden mejor a sus necesidades, “siempre que el gasto público siga al usuario”, idea que satisfará a los partidarios del cheque escolar.
Entre los países que dejan más libertad de elección a los usuarios, el informe destaca a Bélgica, Holanda y España, tres países con un amplio sector de escuelas privadas, y donde los usuarios pueden elegir entre escuelas privadas y estatales, y también entre las públicas.
De todos modos, la situación española es más matizable si se tiene en cuenta que la libertad de elección en la enseñanza pública y concertada está muy condicionada por la zonificación. El informe advierte que las fórmulas de reparto de los alumnos según el lugar de residencia limitan la libertad de elección en numerosos países, y “un análisis empírico de la OCDE muestra que estas fórmulas van asociadas con mayores niveles de ineficiencia.”
“Los resultados empíricos indican igualmente –sigue diciendo el informe– que los centros privados que reciben fondos públicos tienden a emplear sus recursos de manera más eficiente que las escuelas públicas”. Aplicado esto a la situación española, podría decirse que la enseñanza concertada es un magnífico negocio para el Estado, pues no solo le ahorra la inversión y una buena parte del coste del puesto escolar, sino que además utiliza los fondos recibidos con mayor eficiencia.
Conocer los resultados de las escuelas
Otra faceta de la libre elección es que el usuario pueda tener informaciones comparativas sobre los resultados de las escuelas. Esta evaluación comparativa, dice el informe, “puede contribuir a definir las mejores prácticas y, cuando va unida a la libertad de elección de los usuarios, puede aumentar la presión competitiva y mejorar así la oferta de servicios”. Algunos países –Gran Bretaña, Holanda, Islandia, Hungría– ofrecen toda una batería de indicadores sobre los resultados de las escuelas, mientras que en España la evaluación comparativa apenas se practica. Algo se ha intentado hacer en la Comunidad de Madrid, con las protestas de los sindicatos de profesores de la enseñanza pública.
El informe destaca las ventajas de un marco más competitivo en la enseñanza. Pero advierte que para que la mayor libertad de elección de los usuarios no agrave las distancias entre las escuelas más demandadas y las otras, habría que prever mecanismos de ayuda a los centros con mayores dificultades.
Más margen de autonomía a la dirección
Otro factor que contribuye a mejorar la eficiencia es elaborar presupuestos dirigidos a obtener resultados específicos, en lugar de centrarse solo en objetivos financieros. Esta estrategia exige establecer unos objetivos claros y poner en práctica un sistema fiable de recompensas y de penalizaciones.
Con objetivos bien definidos e incitaciones a realizarlos, habría que reconocer a la escuela una amplia autonomía de gestión, dice el informe. La autonomía de gestión comprende especialmente el margen de maniobra reconocido a los directores de centros para gestionar los recursos humanos, fijar los salarios, repartir el presupuesto, definir los métodos pedagógicos y subcontratar ciertas actividades.
Todo esto puede parecer revolucionario para las rutinas de la escuela pública, aunque sea lo habitual en la privada. Pero quizá sea la sacudida que necesita el sistema para ganar en eficacia, aun sin gastar más. Los datos empíricos recogidos por la OCDE le permiten afirmar que “los centros escolares donde la dirección tiene más libertad para gestionar los recursos –en particular las decisiones sobre el personal– parecen estar mejor gestionados”.
Descentralización y adaptación de los recursos
¿La descentralización del sistema educativo favorece la eficiencia? El informe estima que sí, en la medida en que las necesidades educativas pueden variar de una región a otra, y los recursos deben adaptarse a las necesidades. Sin embargo, la descentralización puede provocar un aumento de los costes, si desemboca en una superposición de competencias entre los diferentes niveles de la administración.
Otro indicador de la eficiencia es que los recursos estén bien adaptados a las necesidades específicas. En este punto, el informe propugna que en la financiación de los centros escolares se tenga en cuenta las mayores necesidades de las escuelas que deben superar obstáculos especiales, como las dificultades lingüísticas de los alumnos.
No se manifiesta a favor, en cambio, del reparto de alumnos por grupos de nivel, aunque esta práctica esté muy difundida en numerosos países de la OCDE, en particular en los anglosajones. El informe mantiene que “los centros donde esta práctica es sistemática y concierne a todas las clases, son menos eficientes que aquellos otros que no aplican este método o que solo lo aplican parcialmente”.
El mantenimiento de escuelas con poco alumnado es también ineficiente, aunque a veces se haga para salvaguardar la vida de los pueblos. Si así se decide por motivos políticos, hay que tener en cuenta que esto se hace al precio de una menor eficiencia y de peores resultados escolares. El informe aboga por que un centro escolar alcance al menos la talla del centro medio de una ciudad pequeña de 3.000 a 15.000 habitantes.