decisiones sobre los lefebvrianos, próximamente publicaré la carta, pero
antes expongo este Aceprensa que explica lo que fue el cisma de
Lefebre,esencial para entender todo este asunto.
Itinerario del movimiento lefebvriano
Del cisma a la reconciliación
Firmado por Aceprensa
Fecha: 27 Enero 2009
Mons. Marcel Lefebvre participó en el Concilio Vaticano II, y aunque
suscribió todos los documentos aprobados por la asamblea, se distinguió
por sus reparos a varios puntos, en los que veía deslizamientos
contrarios a la doctrina y a la tradición católica. Los principales
motivos de disconformidad eran las declaraciones conciliares sobre
libertad religiosa y ecumenismo, la enseñanza sobre colegialidad
episcopal y la reforma litúrgica.
Como señaló el entonces cardenal Joseph Ratzinger en el libro Informe
sobre la fe (1985), las objeciones tradicionalistas procedían de una
mala comprensión del Concilio, que en realidad no había roto con la
tradición. Pero la difusión de interpretaciones y aplicaciones abusivas
de la doctrina y la liturgia conciliares dio a Lefebvre y a muchos otros
un aparente confirmación de que el mal procedía del Concilio mismo y de
la autoridad de la Iglesia.
En 1970, Lefebvre renuncia a su sede episcopal de Tulle, por
incompatibilidad con los demás obispos franceses, y se dedica a
organizar un movimiento tradicionalista. Ese mismo año fundó en Suiza la
Fraternidad Sacerdotal Internacional San Pío X, que recibió la
aprobación temporal, por seis años, del obispo de Lausana, y al año
siguiente un documento de alabanza de la Congregación para el Clero.
Pero Lefebvre sube el tono de sus críticas, con fuertes ataques al
Concilio y a Pablo VI, y las publica en su libro Habla un obispo (1974).
Por eso, en 1975 la Santa Sede hace que se retire la aprobación de la
Fraternidad y ordena a Lefebvre cerrar el seminario que había
constituido en Êcone (Suiza). Lefebvre recurre, pero no se retracta, y
en 1976, contra la expresa advertencia del Papa, ordena 17 sacerdotes de
la Fraternidad, lo que le acarrea la suspensión a divinis.
Acercamiento y ruptura
Por entonces ya resultaba claro el influjo del factor personal, que
hacía muy difícil la reconciliación con Pablo VI y su curia. En 1978,
Lefebvre ve más posibilidades de entendimiento con Juan Pablo II, recién
elegido, con quien se entrevista en noviembre. El Papa dispone que se
reanude el diálogo entre la Fraternidad y la Congregación para la
Doctrina de la Fe, cosa que se hace, aunque Lefebvre no deja de verter
declaraciones hostiles.
En 1984, Juan Pablo II decide que se pueda dar un indulto para que los
amantes de la liturgia antigua la celebren legítimamente, y pide a los
obispos que hagan uso generoso de esta facultad, sin exigir más
condiciones que el reconocimiento de la validez de la liturgia nueva.
Aunque la cuestión litúrgica sea el punto de fricción más llamativo, las
diferencias decisivas eran de naturaleza doctrinal. Sin embargo, la
Santa Sede sabía que el distanciamiento respecto de la Iglesia, en
muchos seguidores de Lefebvre, no obedecía tanto a razones teológicas
como de sensibilidad. En palabras del cardenal Édouard Gagnon, que en
1987 realizó, por encargo de Juan Pablo II, una visita apostólica a las
instituciones de Lefebvre: "Muchos que están con Lefèvbre no comparten
sus opiniones: le siguen solo porque encuentran en sus comunidades una
práctica espiritual que no existe ya en otros sitios".
El indulto pretendía quitar un importante obstáculo psicológico para
facilitar el diálogo en los temas de fondo. Así, en mayo de 1988, tras
sesiones de trabajo conjuntas entre teólogos de la Fraternidad y de la
Congregación, Lefebvre se reunió con el cardenal Ratzinger y aceptó
firmar un protocolo con vistas a lograr la plena comunión con la
Iglesia. En ese documento Lefebvre declaraba aceptar ciertos puntos
esenciales del magisterio conciliar y se comprometía a un diálogo para
aclarar aquellos otros que a su juicio no concordaban con la tradición.
Por su parte, la Santa Sede prepararía un proyecto para regularizar la
situación de la Fraternidad dándole un estatuto jurídico conforme a las
normas canónicas, y sugeriría al Papa que nombrase obispo a un sacerdote
tradicionalista.
Juan Pablo II se mostró dispuesto a hacerlo de manera que el nuevo
obispo pudiera ser consagrado en agosto de ese mismo año, siempre que
primero Lefebvre le dirigiera una petición expresa de reconciliación
según el protocolo firmado.
Pero Lefebvre se echó atrás un día después de firmar, y anunció que el
30 de junio ordenaría cuatro obispos elegidos por él, sin cumplir la
condición exigida por el Papa. Así lo hizo, lo que supuso hacer un cisma
e incurrir en excomunión, junto con los cuatro obispos que consagró. Más
tarde, cuando Lefebvre estaba próximo a morir, Juan Pablo II le ofreció
levantarle la excomunión si daba una muestra de arrepentimiento, pero el
obispo falleció el 25 de marzo de 1991 sin reconciliarse con la Santa Sede.
Facilidades para volver
Tras el cisma, Juan Pablo II constituyó la comisión Ecclesia Dei, para
facilitar el retorno de los lefebvrianos que quisieran recuperar la
comunión. Para ellos se creó la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro, un
instituto de derecho pontificio en el que pueden integrarse sacerdotes
tradicionalistas, con permiso para usar el rito antiguo. En 1998, unos
diez mil lefebvrianos que se habían reconciliado con la Iglesia
peregrinaron a Roma y fueron recibidos por el Papa.
En 2002 volvió a la unión con Roma una comunidad lefebvriana entera, la
Unión Sacerdotal de San Juan María Vianney, establecida en Brasil, que
contaba con 26 sacerdotes y unos 28.000 laicos. El año anterior, su
cabeza, el obispo Licinio Rangel, que había sido ordenado por los que
consagró Lefebvre en 1988, había escrito al Papa para pedirle la
readmisión y declarar su pleno reconocimiento de la autoridad
pontificia. Juan Pablo II aceptó la solicitud, levantó la excomunión a
Rangel y los sacerdotes, y erigió la Unión en administración apostólica
dependiente de la Santa Sede, con facultad para celebrar la liturgia
previa al Vaticano II.
Mientras el trabajo de la comisión Ecclesia Dei y la aplicación del
indulto de 1984 siguió logrando el paulatino retorno de
tradicionalistas, la Fraternidad fundada por Lefebvre tardó más en dar
algún signo de acercamiento. En 2005 el presidente, Bernard Fellay –uno
de los cuatro obispos consagrados por Lefebvre–, se entrevistó con
Benedicto XVI. Quedaron claras las diferencias, pero se acordó proceder
gradualmente para solventarlas.
Fue bien acogida por los tradicionalistas la decisión de Benedicto XVI,
promulgada en la carta apostólica Summorum Pontificum (2007), de
autorizar de modo general, como modo extraordinario de celebrar la misa,
la liturgia antigua según la última versión, aprobada por Juan XXIII en
1962.
No hay comentarios:
Publicar un comentario